La irritante serenata de las sirenas de policías, bomberos,
ambulancias y cazafantasmas en perpetuo estado de emergencia integra la banda
sonora de Davis. Aunque, a decir verdad, uno se acostumbra enseguida. De hecho,
incluso reconforta saberse así de protegido. Habrá quien argumente a la inversa
(que es el crimen el que abunda) pero es difícil imaginar un delito en esta
comunidad tan idílica.
Una ojeada a la publicación gratuita The California Aggie
nos saca de toda duda: en cada ejemplar publican una relación detallada de los agentes
movilizados a lo largo de la semana. ¿Que un ciclista se cae mientras circula?
Allá se personan todos los efectivos disponibles. ¿Que tu hijo se ha dormido en
estado de severa embriaguez dentro de tu coche y ahora no puedes entrar? Lo
mismo.
¿No puedes convencer a un amigo de que se marche de tu casa
y te deje dormir? ¡Ea!
¿Tu compañera de piso ha salido desnuda al jardín para
aullarle a la luna? Dale.
¿Quieres denunciar a tus vecinos aunque no sabes tu
dirección? Tira.
¿Un mendigo te ha amenazado con una percha de madera? Pallá que nos vamos.
¿Sospechas que tu hermana de quince años pueda estar poseída
por el demonio?
¿Mapaches muertos ocupando parcialmente la vía circulatoria?
¿Tu padre te ha dado un tortazo?
¿Tu hija se niega a ir al cole?
Monumento al perro policía.
(.)