No importa si al salir de la ciudad uno se confunde y avanza
su buena media hora en dirección contraria, no importa que volviendo se vea
atrapado en un atasco de tres pares, no importa que, ya enfilado, vuelva a
equivocarse tres veces de camino ni la mala hostia que pueda hacer sabiendo que
llega tres cuartos de hora tarde al concierto. Nada importa un cagao cuando se entra al auditorio y la orquesta de Brian Setzer (cinco saxos, cuatro
trombones, cuatro trompetas, un contrabajo, una batería y dos coristas) te
recibe tocando la melodía de la Familia Monster. A partir de ahí, una sonrisa bobalicona
se apodera de tu rostro y no te la quitarás de encima en las dos horas restantes
de show. Dos horas sí, porque aunque nadie te hubiese avisado, la banda tiene
sus propios teloneros y al final resultará que no te has perdido gran cosa.
Peter Gunn, Rock this Town, Ring of Fire, los Picapiedra,
You're a Mean One Mr Grinch, Boogie Woogie Santa Claus y cientos de miles de
villancicos más amenizados con coreografías chorra y exhibicionismo musical.
Deberia
ser obligatorio.
Para quien no termine de hacerse a la idea, esto es lo que vivimos ayer:
(.)