martes, 1 de julio de 2014

LA BIBLIOTECA MENOS PEQUEÑA DEL MUNDO

Frente a la opción familiar y de barrio que representaban las microbibliotecas de la anterior entrada, nosotros siempre seremos partidarios de las grandes superficies. Nada como la Biblioteca General de la universidad con su inabarcable colección de cómics, su turno de noche (sí, sí, permanece abierta de madrugada) y esas luces que se encienden a tu paso cuando caminas entre hileras de estanterías y van apagándose a tu espalda como en las películas de terror. Cada vez que esto ocurre me gusta pensar que la Nada de La Historia Interminable avanza inmisericorde devorando todo el saber de la humanidad.

Extensísima es también la sección de literatura española, tanto que supera con creces lo que puede encontrarse en la biblioteca de mi barrio en Pamplona. Es de un cateto importante, sí, pero desde que estoy en Estados Unidos no he dejado de leer libricos de Pio Baroja.


En los laterales de cada planta se encuentran las celdas, desconcertante elemento cuya función no hemos conseguido adivinar todavía. Quizás sirvan para castigar a quienes exceden los plazos de préstamo, o puede que para recluir a quienes tengan la osadía de publicar un mal libro.


(.)

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