No está muy claro si esta escultura, situada en el cruce de
la calle F con la 3ª, representa a dos deportistas o a ajetreados ciudadanos
que, en su carrera diaria, se saludan al cruzarse. Da lo mismo, lo importante
aquí es que sus miradas no encajan. Esto se debe a que, al poco de colocarla,
hubo vecinos que protestaron preocupados (estas cosas ocurren en todos lados)
por el peligro que podía representar el dedo extendido de una de las figuras.
Para evitar que ningún viandante despistado se sacase un ojo, se optó por alejar
esta pieza de la acera, modificando su calculada posición. Más que cruzarse,
ahora da la impresión de que ambos individuos partieran con prisas de un mismo
punto, como dos atletas confundidos o unos duelistas con prisa por terminar.
La escultura ha sido víctima de numerosas intervenciones por
parte de artistas anónimos que han modificado el estilismo de los personajes con nuevas prendas, les
han añadido bolsas de la compra o incluso cigarrillos en la mano; de entre todas, esta es mi favorita:
(.)